viernes, 4 de noviembre de 2022

Que no volverá a llover



Querido diario,... qué dificil es esto. Vale, empiezo. Me gusta escribir, lo voy hacer para mí. Para nadie más. Voy hacerlo sin pensar en el porqué. Me gusta escribir. Me va ayudar. Me ayuda.

Llegados a este punto del camino, así de transcendental estoy, quiero hacerlo. Para permanecer. Voy a fluir con la corriente, es inevitable, pero mi deseo de permanencia me ha vencido. Y la manera de demostrarlo es volver a escribir. 

No quiero releer esto hasta que termine de desahogarme.

Permanecer.

Es cómo cuando empiezas a comer pipas, sin pensar, sin parar, sin objetivo ninguno. Y no. Lo sé. No tiene nada de poético este comparación.

Pero me reitero, no quiero hacer esto bajo el yugo de un juicio ajeno. 

Lo voy hacer para mi, por mi.

Vale.

Como inicio me basta.

Hoy, 4 de noviembre de 2022. En Granada. No llueve. No llueve desde hace mucho tiempo, mucho. Demasiado.  Mi padre, antes de ayer afirmó: ya nunca volverá a llover. Lo dijo convencido. Lo afirmó. Y pensé. ¿No será cierto que lo piensa?. ¿Es esa la pena que lo embarga?. ¿Ha perdido la esperanza?. ¿De todo lo bueno?. Es eso cumplir más de ochenta... creer que ya todo va ir a peor.... Que no volverá a llover.... ¿Espera la muerte como algo oscuro, malo, vacío, triste?, ¿qué verá al final del camino?. La sentirá como un premio de consolación,...

Ha sido la festividad de todos Los Santos. El día de los Muertos. He sido consciente que estoy rodeada de muerte. Es literal. Inventé un juego: no sé porque, pero jugué a caminar por el pueblo, por mis calles, a recordar todas y cada una de las personas que conocí y que ya no está, a recordar a mis muertos. La idea de este pasatiempo la cogí prestada de la película de Pixar, Coco, de la idea mejicana de honrar a nuestro muertos recordándolos. Fue haciendo este sencillo y macabro juego como fui consciente de que quizás sean más los muertos que me rodean que los vivos con los cohabito. En cada casa, en cada puerta, en cada rincón,... tengo muertos que recordar. Gente que se fue. Gente que ya no está. Personas que recordé. Sus pasos, sus cuerpos, sus sonrisas, sus presencias,... estaban allí. A mi lado. Y solo he vivido 46 años en estas calles. Mis muertos, más los muertos de la generación anterior, más la anterior, más la anterior,...... 

Presencias infinitas. Fantasmas por doquier. Y todos los que vendrán. Y yo. Y tú. 

Qué extraña es la muerte. Hay que abrazarla. Está ahí justo al final de cada camino. No hay que temer. Tan cercana. Tan lejana. Tan propia.

Honré a mis muertos. Honré a la muerte. Me sentí bien. Ahora creo que formarán parte de mi paisaje. Mis ojos los volverán a mirar. Y ellos a mí. Y sonreiremos. Si. Sonreiremos juntos.












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