lunes, 24 de febrero de 2014

Entradas en primera fila.


Caminamos mirando el suelo. La mayoría de los humanos lo hacemos, quizás por no volver a tropezar con aquella dichosa piedra, porque tengamos que confirmar que nuestros pasos van sobre seguro, que ningún charco mojará nuestros pies o ningún abismos nos espera con los brazos abierto. Caminamos mecánicamente por los caminos conocidos, por los que son de cada día, mientras nuestros pensamientos nos acompañan con esas rutinas que todo lo inundan, revoloteando en nuestra inconsciencia.
Lástima.
Lástima porque la naturaleza pone a nuestro alcance cada día, cada momento, una coreografía de colores, olores y luces a nuestro alcance. Como el florecimiento de los almendros en Cádiar y Lobras. Puede valer como excusa para no mirarlos que es algo cíclico, que se repite cada año y que a ojos vistas no hay diferencias significativas de una vez a otra. Es cierto. ¿Pero por estos motivos no vamos a deleitarnos con tan maravilloso espectáculo?. Es imposible no hacerlo, pasar indiferente por entre sus tonos rosados o blancos puros, por esos volúmenes redondeados y suaves de unos árboles que tan acostumbrados nos tienen a mostrar sus escuálidos y retorcidos esqueletos. Notar como el viento frío aun invernal hace que se balanceen sobre su tronco, todos al unísono, soltando al aire algún que otro pétalo. 
No puedo describir con mis palabras escritas tanta belleza. Quizás lo puedan hacer mejor con mis fotos.
Pero sí que puedo animaos a los que tenéis entradas en primera fila a levantar la vista del suelo, a observar conscientemente cuanta belleza os rodea, porque sois unos verdaderos privilegiados y sería injusto para los que no estamos allí que desperdiciéis esas sublimes escenas.




jueves, 20 de febrero de 2014

Control remoto y un dedito.

Estaba traicionando toda mi nueva cultura sobre guardar momentos memorables, momentos entrañables para poder dejar huella de lo que somos y poder echar la vista atrás algún día preguntándome: ¿y yo?, ¿dónde estaba, cómo estaba yo?. Pues eso, siempre detrás de la cámara. A si que por fin puedo tachar de mi lista de 'Cosas por hacer algún día' el punto 5 que tanto me perseguía. Algún día hablaré de los cuatro primeros.
Ha sido divertido y a demás emocionante cuando el inevitable: 'a ver mamá como ha salido' le seguía un: 'otra vez y ahora yo con el dedo así', o 'y ahora mordiéndote la orejilla'..., el pobre, siempre tras él con la Canon en la mano y hoy era él que le daba al botoncito dirigiendo la 'sesión materno-filial'.

100% recomendable.







lunes, 17 de febrero de 2014

El croar de sus ranas.

En una ocasión me hablaron del impacto geológico-emocional sobre el Feng shui de vivir cerca de un río. La cosa era algo así como que es beneficioso vivir en las cercanías u orillas de un río porque el Chi se alimenta de buena energía dejándola fluir, siempre y cuando este no sea de aguas sucias, muy contaminadas. 
No sé si es posible a día de hoy en España, vivir en una ciudad, cerca de un río que este limpio, no contaminado, que no arrastre plásticos y restos de basura. Desconozco estos datos la verdad y probablemente el Genil no esté exento de estas características.

Pero sí puedo opinar a nivel vivencial.

La puerta de casa se encuentra a escasos veinte metros de uno de los río que atraviesa Granada. Mi vida transcurre en su orilla. Lo cruzo para visitar el centro, para ir al parque,.... subo a contracorriente para hacer un poco de deporte, para ir a mi Escuela de fotografía,... con su perpendicular vamos al Cole, a comprar el pan, a la frutería,... y sigo su corriente para visitar a Mi Media Naranja en su trabajo o desayunar los domingos en nuestra cafetería preferida. 
Me ofrece un marco perfecto para contemplar el paso de las estaciones, las inclemencias del tiempo, incluso en ocasiones me sorprende con su fauna. No hace mucho veíamos asombrados como una trucha intentaba ascender río arriba bajo la mirada perpleja de granadinos desde la baranda.
Me gusta, me encanta, los domingos o días de fiesta, cuando el tráfico rodado es pobre, abrir las ventanas y escuchar su murmullo; en primavera el croar de sus ranas se me antoja como la más perfecta de las melodías  y en verano grillos y grillos entonan sus baladas poniendo banda sonora a mis luchas con el calor sureño para conciliar el sueño. 

Creo que nunca pensé en él desde este punto de vista, con estas reflexiones, hasta que esta semana participando en otro Proyecto Fotográfico, Febrero Loco,  noté que se convierte frecuentemente en objetivo de mis fotos, en fondo de nuestras vidas, en marco de nuestros momentos cotidianos.

Os dejo una pequeña y representativa muestra de lo que os hablo.







Y estas imágenes son del pasado 2013, de mi Proyecto 365, aquí se puede apreciar un poco los cambios por estaciones, con factor humano incluido. Ha sido y será una de las actividades favoritas de nuestra familia asomarnos a su serpenteante baranda. 

En invierno:


En primavera:


En verano:


Y otoño, mi favorita:





domingo, 2 de febrero de 2014

Quiero cambiar mis viejas reglas.

Parece que la gente de mi generación vamos a tener que contar nuestras historias marcando siempre que hubo un antes y un después. En mi mundo esa frontera tuvo un aura mágica, por una parte impuesta por la crisis económica que todo lo está revolucionando, y por otra una parte intencionada, natural, buscada y encontrada en lo que ha sido sin duda el episodio más emocionante de mi vida, mi maternidad. De esta manera coincidieron en el tiempo el fin de mi último ''empleo fuera de casa'', hace ya cuatro años, con mi evolución como mujer, madre, esposa y profesional.

Quiero cambiar mis viejas reglas y para ello he tenido que inventar unas nuevas.

Este es mi Proyecto Creativo. Con él he crecido, me ha completado y transformado, sobre todo me ha movilizado; me muevo en la dirección que he elegido porque el viento sopla a mi favor, soy consciente de la dirección en la que danzamos, me eriza la piel y me curte el rostro.

Quiero gritar al mundo que estoy aquí, quiero ayudar a los míos a capturar sus momentos para siempre, a emocionarse con los de los demás, a buscar la felicidad en los pequeños momentos, a valorar en su plena esencia las miradas, los gestos de amor infinito bajo la luz de sus ventanas, tras sus cristales, tras mi lente. A gritar a los cuatro vientos cuanto amor son capaces de dar y de recibir. Porque ''la memoria no guarda películas, guarda fotografías'' (Milan Kundera).

Aquí estoy con mi cámara dispuesta a ello. Os invito a mi nuevo Blog de Fotografía. Acaba de llegar al mundo.

Pincha en el enlace y te llevará allí.