domingo, 28 de octubre de 2012

Un día. 12 Horas.

     Al principios de octubre unas amigas, Eva y Rebeca, nos propusieron dejar testimonio de un día 'normal' a través de doce fotos. Doce fotos que documentaran nuestro entorno, tareas y hábitos cotidianos, lo más sencilla y naturalmente posible. Pues bien, aquí están las imágenes de mi familia en lo que podría ser toda una jornada. Lástima que no han sido tomadas en un mismo día, algo que me propongo para realizar dentro de no mucho tiempo, que faltan momentos transcendentales, que han sido más bien producto entre la casualidad y el hecho de tener la cámara lista y a mano, de la inspiración determinada con la que contaba en ese momento, es decir, han sido doce momentos elegidos aleatoriamente de entre nuestros mil momentos cotidianos.
     Mi inspiración me ha venido de la mano de Snippets_from_suburbia. La descubrí en Flickr no hace mucho y no para de enamorarme con sus fotos cotidianas.

Aquí comienza un día cualquiera:

Hora de despertarse. No siempre tenemos la suerte de hacerlo con papá, por este motivo cuando contamos con esta alegría 'extra' este momento cotidiano no-muy-agradable se convierte en una fiesta.


Una vez que el Cachorro está en el Cole, llega el momento de poner en orden y recoger la 'guarida'. Puede parecer, bueno realmente un poco sí que lo son, tareas monótonas y aburridas, pero cuando se hacen con cariño, amor, y dedicación (¡¡ohh, frase-momento ñoño!!) son todo un placer. (Esta frase va dedicada para todas aquellas am@s de casa, que por uno u otro motivo, hacen de su hogar un lugar cálido, seguro y estable para sus familias).


Mientras Sergio trabaja en su estudio, concentrado, ensimismado con su tarea, no perturbable, salvo que Bella decida echar una de sus siestas sobre su regazo.


Un momento de relax en medio del quehacer diario. Mis plantas. Ciertamente, y si mi madre leyera esto se reiría con cara ojiplática, me gustan. Me deleita regarlas, mimarlas, organizar sus ramitas, y quitar las malas hierbas. Oxigenar su tierra. Sobre todo en los meses más frío, cuando percibes la diferencia de temperatura al salir al balcón; me resultan muy reconfortante dedicarles unos momentos. Me gustan.


Ducha rápida mañanera. Recargando energías para continuar con el resto del día.

Qué discreto el disparador en mi mano.

Colada. Siempre colada. No sé como andará la proporción media española entre número de lavadoras semanales y miembros de la unidad familiar, pero estoy segura que superamos la media con creces. Lavar, tender y colocar prácticamente a diario.

Tengo que estudiar como poder ocultarlo, me refiero al disparador ;).

Preparar la comida. Otro de mis grandes placeres. Qué suerte de poder practicarlo a diario. Y casi tres veces al día. 


Después de un almuerzo en familia, minicabezadita con un té calentito, toca volver a la carga.

Hacer la compra. Es una de esas actividades domésticas, que gracias a la Pachamama, a la Providencia, no hay que hacerlas a diario.


Juegos de tardes otoñales en casa. Hacer una cabaña con todos, repito: todos los cojines de casa (almohadas y almohadones incluidos). 


Saltar sobre, haya lo que haya, en el sofá. 


O modelar unas deliciosas y pintorescas galletas de plastilina.


Son un pequeño ejemplo del entretenimiento de grandes y pequeños durante el transcurso de tardes lluviosas y hogareñas en casa.

Y a dormir.


Mañana será otro día maravilloso lleno de momentos que capturar.


martes, 23 de octubre de 2012

Tener estos 20 minutos.

     Son las 20:19 y estoy sola en casa. Es tan raro que no sé que hacer, iba a preparar la cena, ¡pero tiraré de congelados en cuanto les escuche subir las escaleras!. Quería, desde hace algún tiempo, comentar aquí en el blog una frase que escuché, en la actualidad en mi serie favorita: Según Roxi (a todas las mamás y a todas las que piensan serlo algún día, por favor, veanla. Se ve directamente por la web, los 8 episodios duran unos 10 minutos cada uno; para mi Roxi es como mi proyección, en versión argentina y trabajadora fuera de casa, y me río tanto con ella, ¿o de mí, quien sabe?). Bueno que me pierdo, me impactó esta frase, tanto que no hay día que no la repita tanto mental como verbalmente, por cierto, esta última es muy curiosa de hacerlo, porque suena 'raro'. ¿Sería muy cruel por mi parte no mostrarla hasta el final del post?.


    No sé si es por esto de convivir con un Coach (en el terreno emocional), o por los audiolibros que escuchamos en el coche de camino a casa,  por lo que desde hace algún tiempo veo el poder de la palabra, de la actitud o del dialogo interno, pero es cierto. No paro de repetirme mensajes de aliento, de ánimo, de tu-puedes, porque-no, es-tu-momento, ...quizás nunca nadie me las dijo cuando las necesitaba, en pleno desarrollo físico, emocional y hormonal, en plena adolescencia vamos; o porqué no más lejos, siendo niña no tengo almacenada ninguna imagen de alguien alentándome a seguir, a perseguir mis metas, mis sueños, a quererme tal y como soy. Nunca es tarde si la dicha es buena, tiro de refranero español para expresarlo en pocas palabras de forma clara. Ahora tengo la suerte, inmensa, de haber topado con alguien que sí apuesta mí, empujándome a conocerme mejor, a potenciar mis virtudes e infravalorar mis defectos. Tener estos 20 minutos, expresarlo y hacerlo público en este espacio es un claro ejemplo  de uno de los pasos al frente que he dado, y los que quedan por andar... .
     Es generosidad dar lo que se tiene, no lo que te sobra que sería dar limosna; pues bien, a mi no me sobra la autoestima ni la seguridad en mi misma, pero como en la actualidad las tengo en su justa media, quiero compartirla con quien lea esta reflexión de una tarde cualquiera estando sola en casa, quiero tener este acto de bondad infinita, escuchad con atención:

Creí. Cree.
 Cread todo aquello en lo que creais.


                                                                                          Y ahora, voy a sacar los congelados.



miércoles, 17 de octubre de 2012

Terrazita (exterior, que nos ahogamos).

Antecedentes: Compañeras en tiempos universitarios. En realidad eramos seis en total; algún día deberíamos de conseguir estar todas. 

Próximo reto a conseguir (ofertado desde este espacio en este momento): Mari Carmen, Mónica y Violeta nos acompañaran en la próxima quedada.

Hechos: Tenemos por costumbre reunirnos cada ¿18 meses?, pero siempre parece que fue ayer cuando echamos el último 'ratico'. Las risas están aseguras. Maridos aburridos, porque quieren, niños a los que vigilar haberlos haylos; pendiente queda dar un tirón de orejas a Paco, logra escaquearse bastante a menudo con eso del trabajo, y trabajo, y trabajo,... no hay quien se lo crea en los tiempos que corren. Vamos aumentando el número de niños 'satélites' por lo que los revoloteos alrededor del núcleo son ricos y variados (más abajo testimonio gráfico de tales eventos). Pasamos una tarde más que agradable.  Primero, y puntualmente, llega May y su adorable Mario, después Carmen y su familia, y seguidos muy de cerca, nosotros. Siempre los últimos y los que más cerquita vivimos, lo hemos convertido en una tradición.

Mario. Hurgando en el bolso de su madre para buscar más galletas.  Esa cara angelical es precisamente lo que representa, un angelote puro, al cien por cien.

Carolina en brazos de su orgullosa madre, Carmen. Entre sus ojos azul penetrante (recuerdo que alguien me hablaba de 'este tono', ¡ahora lo conozco¡), sus dientes que le asuman y sus mofletes chorreantes, ¡está más que comestible!.



May. Justo cuando disparaba, no dejaba de repetir: 'No te canses que no soy nada fotogénica....'. Prometo que los ojos son tal cual. Si la conocéis lo sabeis, nada de efectos PS.



Después de los saludos iniciales, de contarnos las arrugas, las canas y la prole, buscamos un sitio tranquilo para tomar un café. Y hablar de 'nuestros' asuntos: niños, trabajo, estado económico actual, familia directa y allegados.

     Definición de sitio tranquilo: 
Terrazita (exterior que nos ahogamos). 
Alejado de vía transitada por tráfico rodado. 
Rodeada de espacio suficiente para perseguir con la mirada al 'polluelen' sin necesitad de intervenir en, al menos 10 minutos.
A ser posible, helados, churros, golosinas varias por si se requiere anestesia hiperglucémica. 

Desenlace: May se levanta intranquila varias veces para comprobar que todo va bien; Carmen y Gonzalo, al ser dos, no ser primerizos porque ya también tienen al gran Alvaro de cuatro añazos que se quedó con su abuela merendando, viven en la capital del país y como que se lo toman con más calma; la pequeña Carolina, en su parcela de 100 metros cuadrados como en casa, de vez en cuando se acercaba al 'nucleo' supongo que para comprobar que todos estábamos donde nos había dejado. 
Mientras nos deleitamos con tan tierna y divertida escena, mi cachorro se sube a un murito que se encontraba a nuestra izquierda ¡a tan solo un par de metros de distancia del dichoso nucleo! y a punto está de fastidiarse un codo al usarlo como apoyo tras precipitarse al vacío. Y sus padres, tan entretenidos viendo como los dos de diecitantos meses jugaban a afianzar su apego seguro con sus carreras de ahora-me-alejo-ahora-vuelvo-ahora-me-alejo-un-poco-más.


















¡¡¡No dejemos pasar 18 meses!!! Una tarde perfecta, con una compañía perfecta.







martes, 9 de octubre de 2012

Pistolas de pompas en los altillos.

    Me resulta muy curioso observar cómo va cambiando la luz de una estación a otra. Parece transcendental para la mayoría esto de hablar de la calidez de la luz, del aire frío que nos acaricia las mañanas de octubre, de los tonos del atardecer, o quizás resulte demasiado cursi sí hacerlo. Vale. Os advierto que esta entrada puede ser algo 'tostón' , avisados estais.
    Ya he hablado del otoño en este blog, y del fastidioso verano, pero para mí no son solo diferencias en el mercurio, en los horarios estrictos, en el cambio de armarios, en los hábitos que nos creamos para adaptarnos a las pautas capitalistas marcadas por la sociedad occidental en la que vivimos (trabajo, cole, compra del sábado en un gran almacén,...). El mero hecho de guardar las chanclas y sacar las botas, puede parecer tan minúsculo como vital, pero igual de importante para la adaptación humana en los gélidos días que nos aguardan. 
     Una vez hechos los cambios, asumidos los horarios y pasados todos los declives post-vacaciones hemos sobrevivido, estamos aquí. Sin playas, sin terracitas, sin hormigas ni moscas, ni familiares acechándonos por doquier; heladerías cerradas;  protectores solares, sombrillas y pareos archivados; pistolas de pompas en los altillos; mantitas, calcetines espumosos y pantuflas fuera, en orden y a mano.
     Me encanta. No puedo decirlo de otra manera. Más alto sí, pero no más claro. Me gusta el otoño. Una infusión calentita, el calor de una chaqueta, las manos en los bolsillos, el olor a castañas por las aceras,  las tardes anaranjadas y cortitas, las luces de las farolas, en la cama a las diez (esta parte es de mis favoritas). El calor del hogar. Tiempo de retomar pequeños y grandes placeres olvidados, o simplemente arrinconados, para deleite del alma y del cuerpo.

     Bienvenido otoño.
     
Nuestra heladería superfavorita, Fiordigelato, cerrada.
Pequeño placer olvidado: sustituto al helado de frutas del bosque y chocolate negro. ¡Ummmm rico yogurt hipocalórico!... pero sin tanta pelotita de gelatina ¡claro!).
Con el sol a nuestra espalda, carreras de la mano de su padre. Creo que debe ser la sensación más cercana a volar.
'Sácala otra vez papá......que esta vez la pillo'.

Aquí aparecemos los tres. ¿A qué no sabes dónde estoy yo?.
Otro pequeño placer olvidado: asfalto mojado, olor a lluvia. 


Juegos y risas.


Recolección de palos, hojas anaranjadas y demás 'mobiliario' otoñal.


miércoles, 3 de octubre de 2012

Nos tocaba explicarle, que no, que aquello era un punto y seguido.

     Sabíamos que llegaría y así sucedió. Dentro de lo previsto y presagiado íbamos por el camino que tantas y tantas voces nos habían descrito. 
El primer día fue como prepararse para una tremenda aventura, las emociones se mezclaban, entre risas nerviosas de ilusión y de miedo, quizás más esto último por nosotros que por el pequeño, que aún no podía ni alcanzar a predecir 'lo que se le venía encima'.  
Quizás, el cambio mas grande de su vida.

     Salimos de casa, con su mochila y su bolsa de la merienda, regalo de la abuela Elvira, llevaba planeando y esperando esa merendola, bocadillo de pavo y zumo de melocotón con uvas, hacía semanas. Muy contento, bien peinadito, sus rizos en orden y unas zapatillas cómodas para jugar a fútbol.


     El primer escollo que encontramos, y quizás antesala de lo que nos esperaba, fue el discurso de bienvenida del director del centro. Desde el punto de vista del Cachorro, demasiado tiempo, demasiada gente, demasiados niños gritando y reboloteando a nuestro alrededor, tantos que no quiso bajar de brazos de su padre. La imagen de más abajo creo que muestra todo lo que sentía con esa carita.


     Cuando los mensajes de bienvenida acabaron fuimos directamente a su clase. ¡¡Esto si que le gustaba!!. Había colores, libros, sillas y mesas pequeñitas, una pizarra, oooooohhh, no salía de su asombro, los ojos bien abiertos y el rostro serio pero ilusionado. La presentación de las 'seños' y la despedida de los padres. Todo pasó rápido, hay se quedó con su bocata, en su pequeña silla, rodeado de sus futuros amigos. Le hablamos despacito y a su altura, el mensaje era claro y sencillo, lo conocía porque llevábamos semanas con este lema por bandera: ¡Volveremos a por tí, pásalo bien!. Ni siquiera levantó la vista para vernos salir. 





     Llegaron las 14:00 'o'clock'. Sinceramente disfruté de esas tres horas, no recuerdo lo que hice exactamente, estaba serena y tranquila, es el sentimiento que me quedó cuando le dejamos allí, el que me acompañó aquella mañana. Pero....(porque esta historia tiene un P E R O).....cuando abrieron la Puerta de Preescolar, el primero que estaba allí con carita de haber estado llorando largo y tendido era nuestro Cachorro. Con alma arrastrada y corazón hecho tirajos, haciendo esfuerzos para que él no notara nuestro lamentable estado, le consolamos con abrazos, achuchones y arrumacos. Tardó tooooooodo el trayecto hasta llegar a casa, unos diez minutos, suspirando, cabizbajo, al límite de estrangular a su padre de lo fuerte que le apretaba el cuello. Bueno, tragamos saliva, esto pasará, es normal, cuesta adaptarse, a muchos niños les ocurre,....blablabla...., dialogo interno que no consuela nada. Pero nada de nada.
    Para nuestra sorpresa al llegar a casa, le cambió el semblante y el humor. Jugaba, reía  gritaba feliz. Nos dijo que no quería ir más al Cole porque ''nos echaba mucho de menos, hay muchos niños, no le gustaban las seños''.  Para él, aquella mañana había sido un punto y final.
     Nos tocaba explicarle, que no, que aquello era un punto y seguido. Al día siguiente, más. Y no mejor, claro. El segundo día fue el peor, desde que se levantó hasta que le dejamos allí, en aquel lugar tan inóspito como impenetrable, la Puerta de Preescolar. Y así, sucesivamente, cada día la retahíla de 'no quiero ir al Cole' se iba acortando, en tiempo y en intensidad, hasta que pasada la primera semana se acabó por fin.
     Su segundo lunes, se despertó y preguntó: ¿hoy hay Cole?. Respondí: ¡Claro!. Respondió: 'es solo un ratito' y sonrió. Prometo que así fue. Hay se quedó el problema. No nos lo podíamos creer, ¡en tan solo tres o cuatro días estaba más que habituado!. No protestaba, no se quejaba, no lloraba, no suplicaba. Estaba feliz.
 
 Capacidad de adaptación.

     Increíble.

     Me quito el sombrero, y tomaré nota para el siguiente escollo que tenga que superar: podré permitirme varios pataleos, algún lloriqueo, dos o tres chantajes emocionales, y a los cuatro días, interiorizar la frase: 'es solo un ratito' y sonreír, siempre sonreir, disfrutando y siendo feliz.

     Otra lección más que nos ha dado nuestro pequeño.



     




lunes, 1 de octubre de 2012

Bella.

     Hemos aumentado el número de miembros en nuestra pequeña y humilde familia. Adoptando a una gata que es todo un personaje. Nos llena de amor. Y no es una ñoñeria, lo prometo, es pura dulzura. Es tan tierna que cada vez que la veo necesito darle un achuchón.


     Nos busca dónde quiera que estemos, nunca está sola, salvo cuando el Cachorro está pasado de revoluciones, que busca un rinconcito para echar una de sus multiple siestas, alejado del bullicio y jaleo trepidante. Claro, eso sí, si quiere participar en la 'party' está más que invitada; carreras por el pasillo, primero el Cachorro seguido muy de cerca por Bella, que galopa cual caballo desbocado, derrapan ambos antes de caer sobre la cama, él, debajo de la misma ella. Con sus orejillas para atrás y el rabo a lo 'afro', que debe de aumentar el volumen para usarlo de timón, digo yo, porque lo gira en dirección contraría al rumbo que va eligiendo. Son todo un espectáculo.
     Si toca juegos tranquilos con juguetes y cachibaches, hay está ella, observando, comedida primero desde una distancia prudencial, pero creo que estudiando las distancias y el nivel de concentración del Pequeño para acercarse sin ser vista, y no encontrarse con una mano a la voz de: 'nooooo Bella'...Todo lo empuja para ver el movimiento que hace, imaginad cuando son piezas pequeñas, tipo Lego o PlayMobil.....'eh Bella, lo tiras todo';  cuando esta frase se repite aproximadamente tres veces llega el grito de auxilio: '!mamaaaaaá Bella no me deja¡'.

   




     Ahora cuando llega del Cole por quién pregunta con desesperación e insistencia al abrirle la puerta es por su Bella. Y le dice, imitándonos con voz de dirigirse a un bebé: 'y mi Beluchi dónde está, ¡ya he venido del Cole!' ,. mientras se dejan querer y se abrazan largo y tendido el uno al otro.


Después del juego toca dormir un ratito con una vigía excepcional.

Editada en B&N Le Cinematographique.



Y no imaginas lo bien que huele. Ha recopilado los mil olores de esta casa. A té con vainilla, a nuestro suavizante de la ropa, a Nocilla de dos colores, a plastilina, al interior de nuestro cajón de los pijamas, a leche rizada, a vela de frutas del bosque de Ikea,.....¡¡¡hueles a nuestro hogar pequeña!!!.



     P.D.: Este post será infinito. Es una modelo para mis fotos excepcional. Lo actualizaré y ampliando de vez en cuando.