jueves, 10 de noviembre de 2022

Cena sencillita y ligera

Las tardes largas oscuras del otoño. Sobre fondo oscuro ventanitas anaranjadas con luz propia resaltan, surgen en la oscuridad de edificios que poco a poco se apagan, se funden en grises oscuros. Lámparas, cortinas, sombras que se mueven,.... Tan poco y tan sugerente. La vida transcurre mas allá a unos escasos metros. Donde no alcanzo ver. Gente ocupada, familias en ebullición, señores en batín, niños descalzos con chupetes, abuelas dando cabezadas,...

Imagino una pareja de edad avanzada, ociosos, sentados alrededor de su mesa camilla, con la luz anaranjada que se escapa por la ventana, olor a naranjas recién peladas, envoltorios de caramelos de menta para la tos junto a los folletos de publicidad del super de abajo, con las gafas de leer patillas arriba descansando sobre los cristales.    

    - Pan y queso para cenar, y de postre unas perillas que se van a madurar de más.

Dice ella mientas se deja caer hacia atrás en su sillón orejero deformado por su peso.


Imagino a un padre preparando la cena sencillita y ligera para su crio de pocos años y para él. Que siempre piensa lo mismo - esta noche no tengo hambre, me tomaré algo ligero y eso que me ahorro. Todo este discurso mientras no para de echarse a la boca cualquier cosa comestible que encuentra por el camino. El niño con su pijama de Toy Story sentado en la mesa de la cocina observa a su padre jugueteando con unas piezas de lego mientras le habla de sus viejas zapatillas comparándolas con las de su amigo Vicente:

     - ... que son mucho más chulas y muchos más rojas papá y corren muchísimo más rápido.

El padre le mira, le asiente abriendo los ojos como sorprendido con la gran suerte de Vicente mientras traza un nuevo plan para su cena, porque parece que finalmente sí, sí que va a cenar. El olor a tortilla francesa se abre paso desde la cocina hasta el último rincón de la casa.





Imagino tanto. Tanto con tampoco. 





 






No hay comentarios:

Publicar un comentario