Pero quién es la guapa que después de dedicar sus veinticuatro horas al día a su vástago, de tener su radio de acción acotado a casa-barrio-parque, de no tener espacio reservado ni para una ducha vital de cinco minutos, es capaz de mantener conversaciones adultas sobre el estado de la nación, el peinado de la Merkel o el lío que se trae la familia Sánchez Vicario. Mi mente, mi alma y mi cuerpo están enredados entre los rizos de mi Cachorro. Y me gusta.
Al principio, cuando pensaba en este blog solo lo hice por el tema de plasmar mi cambio de vida. De justificar mi nuevo yo. Mis lecturas se redujeron a este pequeño gran mundo que son los blog, y claro, el 90% de ellos son de mujeres felices y radiantes con sus nuevas facetas. Y claro, tambien tengo mi pequeña voz, pensé.
Más tarde, sondeando opiniones entre mis amigos y lectores he descubierto que hay personas que se sorprenden cuando descubren en lo que me he convertido. Puede que pretenda describir un estado actual, cuando ni siquiera me he preocupado en perfilar el pasado. Me asaltan las dudas. ¿Qué era antes de ser ahora?. ¿Mi otro yo no tenía nada que con el de hoy?.
Cierro los ojos e imagino la siguiente situación: Voy por la calle, se acerca un desconocido y me dice: tienes 20 segundos para definirte en dos palabras.

A día de hoy en la misma situación. Se me acerca el desconocido y me suelta la perla: tienes 20 segundos para definirte en dos palabras. Mi respuesta, firme, contundente y sin vacilar: madre dedicada, ¿y tú, qué superpoderes tienes señor desconocido?.
Ciertamente, he cambiado. Supongo que es inevitable. Todo cambió un día cualquiera, ocurrió hace algún tiempo estando en la consulta de mi ortodoncista, andaba rellenando la ficha de ingreso y en el apartado de profesión mi subconsciente se me adelantó: 'madre dedicada'. Me dí cuenta al releerlo pero pensé que mejor en casa cuando estuviéramos los dos solos bajo una luz directa en una oscura habitación, le miraría fijamente a los ojos y comenzaría el interrogatorio. Pero si soy franca conmigo misma mi trabajo durante nueve años me ha llenado laboral, pero nunca personalmente. Tampoco he tenido una ocupación apasionante, creativa y muy bien remunerada, sea dicho de paso. Lo que se dice una vocación profesional clara nunca he tenido, ni siquiera a la hora de elegir carrera. Ni hobbies. Ni deportes de riesgo. Ni aventuras trepidantes. Ni títeres sin cabeza.
Pero como madre, a día de hoy, me siento satisfecha, realizada y plena. Más que con cualquier otra ocupación que haya tenido hasta hoy. Y sí, he cambiado, ahora tengo a una personita a mi lado que es el centro de mi minimundo y hasta que no construya el suyo propio, andaré acompañándole, adaptandome al camino, esquivando baches, disfrutando del paisaje y jactándome de ello.