viernes, 16 de marzo de 2012

Velocidad: 6 metros por segundo.

Estamos en esos dichosos-maravillosos de dos a tres años. Montaña rusa absolutamente. De rabietas, de abrazado a mi pierna: mama-te-quiero-mucho cada veinte minutos, de egocentrismo total, de le-pego-a-todo-niño-que-entre-en-mi-metro-cuadro en el parque porque mi tercer nombre es Antoñeitor, de asaltar a todos las niñas rubitas y apoyandose en su hombro asomado a sus caritas les pregunta: tú como te llamas?. Pues eso, que estamos en esa etapa, que tan nueva es para el Cachorro como lo es para mi. Yo también es la primera vez que me veo en este torbellino de momentos altamente exorbitantes-entrañables, y a veces, reconozco  que me sobrepasa. uff. O bien, me dan ganas de ponerme a llorar como una loca, a ser poseída por una bendita rabieta y dejarme llevar a ningún sitio, y no volver en las próximas 24 horas. uff. O bien, me lo como a besos y achuchones, y si vienes detrás y no queda nada para tí, ¡lo siento papi no pude contenerme, se lo merecía!.

No deja de sorprenderme lo que soy capaz de aprender cada día acerca de él y con él.

12:00 de la mañana de algunos de nuestros días. El Cachorro sentado en la encimera de la cocina,  a su lado, un puerro, un tomate, dos zanahorias y un pimiento verde, todo sobre la tabla de cortar, la sartén en la vitro (quemador de adentro, tamaño mediano, potencia 4). Quiere su cuchillo de 'no niños grandes' es uno de untar mantequilla, pesa bastante como para parecer de verdad y no tenemos peligro de tener un niño con nueve dedos. Entre lavar y cortar esta verdura, esta mañana me toca lidiar con: mira mamá, que hago con la botella del aceite y es posible que la derrame sobre mis pantalones. O mira mamá, el salero, huy! pero si tiene un tapón. O este tomate tiene que coger una velocidad de 6 metros por segundo si lo lanzo con una fuerza de 6 newtons.. ¡fijo!.  Imaginad el nivel de alerta máxima que llego a alcanzar. Deja la botella del aceite, el salero: ni se te ocurra abrirlo. No tires el tomateeee...voy a limpiar la pared de enfrente que parece que estamos en Buñol a 29 de agosto. ¡¡Quieres dejar la jarra del agua!! ¿¿yo había sacado dos zanahorias de la nevera??...
Entre tanto:
Salón sin recoger.
Cama y cuna sin hacer.
Sigo con el pijama.
Lavadoras que poner: 3. Y sigo subiendo, porque al final derramó el valioso liquido verde :(
Ropa que doblar: 1000.
Y que planchar: 1001.
Cepillo, mopa y recogedor en el pasillo.
Lista de la compra: infinita, incluyo botella de aceite :(
Bloques de construcción, pelotas, balones, pelotitas y globos de colores por toooda la casa.
Mientras saco la segunda zanahoria de la jarra del agua, me giro y hay está el Cachorro con el Fairy boca abajo en la mano! horror. No, no, no, se acabó (graciosisima expresión cuando la utiliza él con sus muñecos) te bajo de la encimera..... MOMENTAZO RABIETA.


No sé si conocéis la regla 90/10. Podría dejarlo llorar, pataleando, girando sobre su propio eje en el suelo de la cocina,....podría decirlo lo mal que lo ha hecho todo, lo sucia que está la cocina, lo retrasada que voy en las tareas de casa por su culpa,.... A mi costaría estar enfadada, cabreada, agobiada, estresada, de malhumor, y seguro que la comida me saldría salada. Pero por suerte, no es así, gracias a él a aprendido a disfrutar de las ventajas de la bailoterapia. Como suena.
Con un sencillo: ¿quieres bailar?.


Le cambia la carita, se incorpora, me mira con ojos de sorpresa sorprendedora y sin mirar se da la vuelta, corre despavorido hacia el dormitorio, cada esquina es un obstáculo que salva sin vacilar, el pasillo lo toma cuan Fórmula Uno quemando neumáticos, con el dedito desenfundado apuntado al power, ¡Y A BAILAR!. Imaginad las ganas que tengo de ponerme a bailar, preferiría un masaje en la espalda del hombre de hielo, una fría madrugada de enero con una ola de frío siberiano en la plaza central de Padrollano. Pero una vez que empezamos a saltar, y a girar abrazados, con M80 a todo trapo, se van esfumando todos y cada uno de los demonios que nos habitan. Tanto, que pasados diez o quince minutos podemos volver de nuevo con total naturalidad a nuestra amada tarea de cocinar, mi pinche y yo formando un tandem perfecto, a preparar los más deliciosos manjares que jamás se hayan elaborado, ya quisieran los fogones de El Bulli. Desde luego, que la lista de tareas sigue ahi. El poder de la música todavía no ha aprendido hacer la cama. Ahora viene el puntito ñoñazo (¡¡¡lo siento, pero no puedo evitarlo!!!). Son estas las lecciones que aprendo, dónde podría haberlas aprendido si no es a su lado.  Tan valiosas que creo nunca le estaré lo suficientemente agradecida. Ahora tengo mas resistencia a la frustración. Nuevas herramientas, que me hacen más fuerte y mas adaptable. ¡Gracias Cachorrazo!.

Y tú ¿quieres bailar?. Ponedlo en práctica. Funciona.

1 comentario:

  1. Que pasa con el siguiente post...??? las que te seguimos lo esperamos ansiosas...!! aunque seamos unas paquetas y no dejemos comentarios...
    Besos
    Carmen

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