Desde que tomamos esta foto han pasado ya cuatro años. Es la primera de mi bebé en casa, en su cama, en nuestra cama. Había olvidado esa barbilla, ¡cómo podía haberla olvidado!. Así que me he dejado llevar, y aquí llevo buceando entre recuerdos y fotos de la compacta como treinta minutos, estoy llena de dulzura y emociones blanditas con olor a bebé; voy a intentar limitarme a narrar los hechos y no resultar demasiado empalagosa. Aunque no sé si podré, avisados estaís.
Bueno, retomo el objetivo describiendo los acontecidos del 20 de diciembre de 2013: no podía quedar sin celebración dicha fecha, claro que no. Ni cortos ni perezosos nos lanzamos a unos días inolvidables; unos más que otros dado el espíritu viajero del padre de la criatura. Preparativos, sandwich, compras, recoger dorsales, globos, organización, queso, purpurina, limpieza, guirnaldas, zumo de melocotón, invitaciones,...
...chocolate negro, dudas, tijeras, patatas fritas, pegamento, platos azules, galletas con nombres, cartulina roja, nervios, alas de murciélago, servilletas grises,...... Y amaneció.
Era un día tan importante y especial en nuestro micromundo, ¡contando y restando dedos desde casi que acabó el calor y aparcamos la crema solar!. Como no podía ser menos nuestro despertar estuvo cargado de risas nerviosas, mimos y amor. Todos los miembros de la familia contribuimos a tal derroche de calorcito.
Nos preparamos para, también, despedirnos del cole.
Estas son las galletitas el Cachorro repartió a todos sus compañeros de clase, también, como no, había una para la seño Paqui y la seño Inma. |
Celebrábamos con compañeros y profes estas fechas que nos aguardaban justo justo a la vuelta de la esquina. Había disfraces acordes con las fechas (no hecho), actuación conjunta con villancico acompañado de pulserita de cascabeles (no hecha), recogida y entrega de galletas en forma de globo con los nombre de los 23 compañeros de clase (hecho), sesión para padres de fotos y video del momento acontecido (no hecho),.... Fue divertido y emotivo verlos allí en su pequeño gran escenario cantando y bailando con sus mejores sonrisas para nosotros. Orgullosos y nerviosos entonaban y danzaban al ritmo de ''Rodolfo el Reno''. Simpático y entrañable momento.
Llegó la hora H. Gincana a 2 grados con viento helador y una sensación térmica de -4. Y eran las tres de la tarde; antes tratamos de tomar las calorías necesarias para las tremendas condiciones atmosféricas con unos macarrones con tomate alrededor de la mesa de nuestro salón, que brillaba impresionante como nunca lo había hecho antes, allí sentaditos sus 11 compañeros, era tan emocionante para el Cachorro que no dejaba de tener ese brillo maravillo en los ojos que solo tienen los niños cuando viven una experiencia inolvidable. Lástima que no tuviera la lucidez de sacar unas fotos de esos momentos.
Y salimos. La misión era ayudar a un amigo terrícola a volver a casa, evitando que dos malvados extraterrestres que le perseguían le atrapasen. Contado así no parece una buena historia, pero los doce astronautas-spiderman cumplieron su misión haciendo que esta trama nada tuviera que envidiar a grandes filmes de su categoría. Anduvieron por desfiladeros, trotaron por acantilados, evitaron lluvia de meteoritos, y vencieron sin problemas a los enemigos de verdes ojos saltones y orejas puntiagudas (nuestros buenos amigos Paco y David). Al Cachorro salvo la duda que le persiguió durante toda la semana acerca de dónde iban a aparcar la nave no les parecieron muy terroríficos, les reconoció por sus chaquetas.
Tampoco documenté bien el momento con mi cámara, pero creo que con estas cuantas podéis hacer una pequeña idea de como fue el evento.
Y después de nuevo a casa, ya con la 'fiesta' bien montada: globos, guirnaldas, regalos, juegos, risas, y como no, la tarta.
Fueron solo tres horas, intensas, pero solo tres horas. Sé que no podemos organizar los recuerdos que acompañaran a nuestros hijos de por vida, ni organizar ni crear ni manipular ni priorizar. Pero cuando 'vivo', y entrecomillo porque quiero dar el énfasis enorme que siento, unos hechos con tanta riqueza emocional, construyéndolos con él, creciendo y enriqueciéndonos juntos de esas vivezas irrepetibles y fascinantes, me siento afortunada de formar parte de ese pedacito de recuerdo. Y sí, orgullosa de contribuir a ese buen sabor de boca que le quedará al recordar el día en el que cumplió cuatro años.